Se conoce como lipidosis hepática en gatos a una de las enfermedades hepáticas más frecuentes en los felinos y que peores consecuencias conlleva si no se trata. En este artículo te vamos a hablar de ella, pues queremos que la conozcas bien ya que es una de las enfermedades más mortales en gatos.
¿Qué es la lipidosis hepática en gatos?
La lipidosis hepática felina (LHF) o lipidosis hepática en gatos, también conocida como síndrome del hígado graso en gatos, es una enfermedad que se produce por un cúmulo excesivo de triglicéridos en el interior de las células que forman el hígado casi por completo (los hepatocitos).
Los hepatocitos son los encargados de que el hígado funcione bien y entre sus tareas más importantes están la desintoxicación y expulsión de esteroides, drogas, amoníaco o bilirrubina, la síntesis de la bilis, metaboilizar las grasas y vitaminas o almacenar el glucógeno hepático, fuente de glucosa para el organismo, entre otras.
De ahí que esas células deban mantenerse sanas. Pero, ¿qué causa la lipidosis hepática felina?
Causas de la lipidosis hepática en gatos
Existen diversos factores de riesgo que pueden ocasionar lipidosis hepática en gatos.
1. Mala alimentación
Un mal alimento, basado en comidas ricas en grasas o carbohidratos, podría ser el causante de esta enfermedad.
2. La obesidad
Que la obesidad acarrea graves problemas de salud tanto a las personas como a los animales no es ninguna novedad. Uno de esos problemas puede ser, en el caso de los gatos obesos, la LHF.
3. El estrés felino
El estrés en gatos puede presentarse por muchos motivos, por ello es importante conocerlos. Cuando un gato llega a unos niveles de estrés crónico, los cambios que se producen en su organismo (como disminución del nivel de glucosa en sangre o la subida de glucagón) acaban induciendo una lipólisis y una liberación de los ácidos grasos libres en la sangre. Estos acabarán depositándose en el hígado, pero en forma de triacilglicéridos.
4. Anorexia o hiporexia
Durante episodios de enfermedad o estrés, los gatos reducen el consumo de nutrientes (hiporexia) o renuncian totalmente al alimento, llevándoles a la anorexia felina. Cuando esta situación se prolonga durante días, la grasa corporal se va hacia el hígado.
Los síntomas de la lipidosis hepática felina
Entre los síntomas de la lipidosis hepática felina se encuentran:
- Pérdida de peso.
- Náuseas, vómitos, diarreas.
- Ictericia.
- Deshidratación.
- Depresión.
- Debilidad.
Esta enfermedad puede afectar a cualquier gato sin importar su sexo, pero especialmente a aquellos obesos que no hacen nada de ejercicio.
Sin la detección y el tratamiento adecuado, tras los síntomas se producirá un fallo hepático, repercutiendo en encefalopatía hepática, entrando el gato en coma y, finalmente, muriendo.
¿Cómo sé si mi gato tiene esta enfermedad? ¿Hay tratamiento?
Ante cualquier síntoma de enfermedad, sea esta u otra, debes acudir con tu mascota a la clínica veterinaria.
Para comprobar si se trata de LHF, el profesional realizará varias pruebas a tu gato, como son un análisis de sangre, radiografía, análisis de orina, una citología o, incluso, una biopsia.
El tratamiento comenzará con una recuperación de fluidos y nutrientes para acabar con la deshidratación del animal.
Una vez esto esté estabilizado, se empezará a trabajar la alimentación. Esta parte es muy importante, ya que las posibilidades de que el gato sobreviva dependen de un correcto tratamiento dietético.
Al encontrarse tan enfermos, los gatos suelen rechazar la comida, por lo que deberá permanecer en la clínica con una sonda gástrica o nasográstrica.
El peso y demás condiciones del gato serán vigiladas diariamente para controlar su progreso. Si todo va bien, a partir de las 3 – 6 semanas de tratamiento, el gato empezará a alimentarse de sólidos él solo y podrá retirarse la sonda.
