Música y concienciación animal en Galileo Galilei

Música y concienciación animal en Galileo Galilei

Hay perros que son como la música: callejeros y nunca te abandonan. Hay gatos como la poesía: fríos e intensos como un huracán. Eso es lo que llegó a Galileo Galilei, un ciclón de música, poesía y buen rollo. Acompañados de Luis Fercán, El Kanka, Luis Ramiro, Elvira Sastre y Marwan, nuestros pequeños amigos peludos recibieron un gran homenaje a base de notas y versos, sobre todo, por aquellos que siguen la guerra de la adopción y la concienciación animal.

Afortunadamente, el concierto del 17 de abril organizado por la Protectora La Madrileña fue todo un éxito. La sala Galileo Galilei, llena hasta los topes, transmitía canciones que llegaban al espectador en forma de poesía. Todos los artistas que participaron ofrecieron palabras llenas de sentimiento y lucha por el bienestar animal, al tiempo que los oyentes participaban con aplausos por su causa.

Luis Fercán abrió el recital de versos cantados rompiendo al público con notas rotas llenas de esperanza, como las que persiguen aquellos perros, en sus jaulas, esperando una luz en forma de ángel que les salve.

El Kanka movió el rabo y afinó el hocico con su acorde alegre de lunes, con ración doble de pienso y chuchería para el final. Es un gato hambriento de aventuras y ganas de jugar con lana y perseguir al ratón. Entre buen rollo y risas, el músico malagueño ofreció un canto a los peludos: «yo creo que los animales son mejores que las personas».

Con un aura distinta a El Kanka, Luis Ramiro entró al escenario y él mismo lo reconoció: «Después de el torbellino que es El Kanka, es bastante complicado. Pero bueno, él ha venido a alegraros la vida, yo vengo a joderosla«. Y así, tras sus declaraciones y las risas del público, comenzó con su primera canción que recordó al sentimiento de un perro tras ser adoptado:

Por quince mil, te haré feliz
sube conmigo, que esas escaleras
dan al verdadero cielo de Madrid

«Creemos que el ser humano es la raza superior… No podemos estar más equivocados», concluyó el cantautor madrileño.

Acompañada de un estilo distinto y rompedor al mismo tiempo, Elvira Sastre trajo su libro de poesía al escenario. Ella hizo grande lo pequeño, un perico al amanecer, con cantos de sirena y llantos de guerra y paz a la vez, en pleno celo por romper todas las cadenas y volar libre.

Música y concienciación animal en Galileo Galilei
Elvira Sastre y Luis Ramiro (Foto vía: @miguedv7)

«A mí me hace una ilusión particular estar aquí… Yo me iba a traer a mi perro, a mi Tanguito, pero lo he visto un poco problemático», dijo la escritora entre risas. Elvira reconoció que ayudar a la Protectora La Madrileña haciendo lo que más le gustaba le llenaba el corazón. «Es muy importante que tengamos en la mente y en el corazón a los animalitos que nos necesitan. Sé responsable, sé cariñoso y por supuesto… Adoptar, que no comprar».

Marwan salió al escenario inesperadamente acompañando a Elvira. Rompió los aplausos con una reivindicación por los derechos de los animales. La emoción, las risas y los aplausos se convertían en concienciación animal tras sus palabras:

«Los animales tienen los mismos derechos que los seres humanos, pero nunca se cumplen. A todos los que estamos aquí se nos rompe el corazón cada vez que vemos a un animal abandonado o maltratado. El dinero recaudado en este concierto va a servir para animar a esos animalitos que hay gente que los ha rechazado. Así que bienvenida sea La Madrileña y las asociaciones de este tipo.»

Al fin y al cabo, las personas somos animales domesticados. Son los salvajes, libres de los miedos y las fobias de los dueños, los que sacan lo que llevan dentro, los que nos liberan un poquito, los que, a base de versos y gritos, nos cuentan que seguimos siendo bichos raros a los que hay que querer.

«Os pedimos a todos muchísima responsabilidad», concluyó Elvira Sastre. «Los animales solo traen cosas buenas. Algún pipí en casa, pero qué le vamos a hacer.»

Marwan habló con el corazón en la mano, abriendo sus sentimientos hacia los peludos.

Uno no ha vivido del todo si no ha amado profundamente a un animal

 

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