Los niños que crecen junto a animales desarrollan una gran empatía. Y este es tan solo uno de los muchos beneficios que tiene el hecho de que tu hijo se críe con mascotas. Por ello, veamos las claves más importantes para tratar la convivencia entre niños y gatos.
Convivencia entre niños y gatos: ¿es buena idea?
Por supuesto que es buena idea. Que los niños convivan con un ser que depende de sus cuidados (en parte), pero que a la vez sea una buena compañía, incluso de juegos, es muy enriquecedor desde el punto de vista del desarrollo emocional de los menores y de la convivencia.
Sin embargo, para que se puedan extraer todas las ventajas del binomio niños-gatos, hay que entender que no existe una ley universal sobre esto, ya que son los adultos los responsables de ajustar la convivencia entre ambos.
En ese sentido, es relevante detectar y encauzar los errores y posibles malos hábitos que se pueden dar por cada una de las partes.
Quizás cuando se piensa en las mejores mascotas para niños, la primera opción que se viene a la cabeza no es un gato. Es cierto que el carácter de los gatos puede resultar algo arisco para los menores, de primeras. No obstante, si se tienen en cuenta ciertas claves para la convivencia entre niños y gatos, los beneficios pueden ser muchísimos.
Las claves para una buena convivencia entre niños y gatos
Hay algunos puntos fundamentales que es crucial analizar y tener presente para que niños y gatos se lleven bien.
Claridad en los roles
Lo primero es tener muy claros cuáles son los roles de cada uno. Para ti son muy evidentes, pero puede ser que entre ellos se difuminen.
Las mascotas son consideradas parte de la familia, pero, jerárquicamente, no deberían estar al mismo nivel. Esto no significa que haya que quererlas menos o descuidarlas, simplemente que no hay que olvidar su naturaleza como ser irracional. Eso significa que no se les debe dejar siempre obrar a voluntad, sino que hay que ponerles ciertos límites.
Además, cuando se da la convivencia entre niños y gatos, puede pasar que los felinos se salten con mayor ligereza las reglas establecidas. Estos animales pueden llegar a pensar que los menores están por debajo de ellos en la jerarquía familiar, sobre todo, si el niño llegó a la familia después que ellos.
Si el gato reconoce que el menor es una «cría de humano», puede considerar que tiene menos autoridad y, por tanto, ignorar todas las peticiones del niño.
Cuidado con la educación que los niños dan a los gatos
Por su parte, los niños suelen generar conflictos en la educación de las mascotas. Eso significa que aquello que nosotros le negamos al felino, el niño lo puede pasar por alto por pura diversión. Nos referimos, por ejemplo, a dejar subir al sofá a la mascota si lo tiene prohibido o darle más comida de la que le corresponde.
Esto causará confusión en el felino, en lo que a su adiestramiento se refiere, y problemas de salud, como el sobrepeso.
Por ese motivo, si el niño o niña ya es mayor de tres años, es fundamental que lo instruyas en la responsabilidad de lo que es educar a un gato. Hay que dejarle claro que las cosas que el gato no debe hacer o lo que no debe comer son así por una buena razón. Puedes encomendarle la misión de que vele porque esto se respete, dándole así un papel importante en la educación de su mascota.
Respeto al espacio individual
En realidad, los conflictos en la convivencia entre niños y gatos no son muchos. Además, si te paras a analizarlos, comprenderás que casi todos se derivan de uno que está relacionado con el respeto al espacio individual del animal.
Cada mascota requiere de un espacio propio que sienta de verdad como suyo. Para ello, es crucial que este sea respetado por todos los miembros de la familia.
En el caso de los gatos, esto es fundamental. Es espacio individual del felino es aquel en el que se encuentran sus juguetes, su arenero, sus platos de comida y agua y su cama. Pero también es el espacio de su cuerpo.
Eso implica que a un felino no es bueno abrazarlo forzosamente, ni obligarlo a quedarse quieto, ni interceptarlo. Hacerlo suele ser la causa del 90% de las disputas entre los niños y los gatos.
Y aun así, es bastante probable que el gato le consienta al menor muchas más invasiones a su espacio vital que las que te permitirá a ti.
Esto se debe a dos razones principales:
- El gato sabe que el niño, aunque sea más insistente que tú, le aportará más diversión.
- Los niños son más atrevidos y si cogen confianza con el animal, traspasarán esas barreras felinas con mayor naturalidad que un adulto. Eso hará que, al final, el animal se resigne.
Los gatos son protectores con los niños
Los felinos son animales muy territoriales, tanto que marcan con sus hormonas los espacios y a las personas que viven con ellos. Por ejemplo, ¿crees que tu gato se restriega por tus piernas por puro amor? Cariño puede tenerte, pero lo está haciendo también para decir «eres mío/a».
Sí, los gatos consideran que su familia humana les pertenece. Pero, aunque a priori, pueda sentarte un poco mal que tu felino te vea como su propiedad, esto tiene una gran ventaja, sobre todo de cara a los niños: como algo suyo que creen que son, los protegerán siempre.