Aunque en Wakyma nos centramos en las mascotas, también nos encanta dar a conocer a otro tipo de fascinantes animales. En este caso, os queremos presentar al guacamayo de Lear, un ave que se encuentra en grave peligro de extinción. ¡Te invitamos a conocerlo!
Conociendo al guacamayo de Lear
También conocido como guacamayo añil y con nombre científico Anodorhynchus leari, el guacamayo de Lear es una especie perteneciente a la familia de los loros.
Su hábitat originario es el noreste de Brasil, donde únicamente se encuentran algunas especies en libertad.
Esta ave fue descubierta a mediados del siglo XIX. Sin embargo, no fue hasta más de 100 años después, cuando, al ser redescubierta, se empezó a estudiar y hacer seguimiento de la misma.
Por su gran parecido con el guacamayo jacinto, se pensaba que era una subespecie de este. Fue más tarde, cuando los profesionales se dieron cuenta de las diferencias entre ambas especies y se clasificaron como distintas, a pesar de estar emparentadas estrechamente.
¿Cómo es el guacamayo de Lear?
Físicamente, estamos ante un ave que suele medir unos 75 cm de longitud y su peso ronda los 940 gramos de media.
El color azul añil de su plumaje es lo más característico de él, junto con su cola larga. Alrededor de sus ojos y a cada lado del pico muestra un color amarillo. Sus ojos son oscuros, al igual que su pico, aunque este a veces puede presentar manchas grises algo más claras.
Los guacamayos de Lear llegan a su madurez sexual entre los 2 y 4 años de vida. En la época de apareamiento (diciembre a mayo), este guacamayo puede poner de uno a tres huevos. La incubación dura una media de 28 días y la época de cría suele durar de febrero a abril.
Sin embargo, a pesar de que les gusta vivir en pareja (algo muy importante para evitar la depresión en los loros) no todas se aparean, con lo que su conservación se hace aún más compleja.
Su esperanza de vida, como la de otros loros, es bastante larga. La gran mayoría suele superar los 30 años de vida.
En su observación en libertad, se han podido determinar ciertos comportamientos de esta ave.
Por ejemplo, en vuelo pueden alcanzar los 35 km/h. Otro detalle referido al vuelo es que cuando van en bandada para buscar un nuevo lugar donde anidar o encontrar alimento, un grupo de machos se suele adelantar para reconocer el terreno antes de la llegada de los demás. Si detectan algún peligro, emiten un chillido que podrán oír sus compañeros a kilómetros de distancia, permitiéndoles desviarse.
Hábitat y conservación del guacamayo de Lear
La región de Bahía, al noreste de Brasil es el hábitat de este animal. Concretamente los bosques de palmeras de licuri de esta región, ya que el fruto de ese árbol es la base principal de su dieta. Además de esto, también se suelen alimentar de maíz, semillas, flores de Agave y diferentes frutos.
Les gusta habitar cerca de los acantilados de arenisca, donde encuentran refugio tanto para descansar de noche, como para aparearse y criar.
En ellos forman dormideros comunes en las grietas de esos acantilados, con altitudes de 30 a 50 metros.
Antes de amanecer, abandonan esta zona para buscar el alimento y regresar cuando atardezca.
Por desgracia, este guacamayo nunca ha sido abundante en número de especies. Se tiene que enfrentar a diferentes amenazas en su hábitat, como a los agricultores indígenas que los cazan porque picotean sus cosechas o los que lo hacen para traficar ilegalmente con ellos.
Otro problema que encuentran es la destrucción de su hábitat, bien sea para recolectar indiscriminadamente las hojas y los frutos de las palmeras o por la tala para dedicar más terreno al ganado.
Por suerte, muchas organizaciones trabajan para conservar la especie, y aunque con los años se ha logrado aumentar el número de guscamayos de Lear, aún se está muy lejos de lograr la estabilidad.
Los datos del año 2015 de la Fundación Loro Parque hablaban de unos 110 ejemplares criados en cautividad y alrededor de 1200 libres con expectativas de crecimiento.
¡Esperemos que su recuperación siga siendo progresiva!
Foto de portada vía Wikipedia