La displasia de cadera en gatos es un problema óseo poco común, aunque sí es relativamente frecuente en los perros. Pero sí hay hay gatos que se pueden ver afectados, especialmente los de ciertas razas, como el maine coon y en particular las hembras. Te contamos cuáles son sus causas y cómo se puede tratar.
Síntomas de la displasia de cadera en gatos
La displasia de cadera no siempre es fácil de detectar, ya que algunos de sus síntomas son comunes a otras dolencias. Los principales síntomas son:
- Cojera en las patas traseras
- Debilidad en las patas traseras o incluso dolor
- Poca resistencia al ejercicio
- Dificultad para levantarse
- Ya no sube escaleras ni se sube a los muebles
- Chasquido en la cadera al levantarse o caminar
- Hipertrofia en los hombros, ya que las patas delanteras hacen un mayor esfuerzo
- Columna encorvada
Por lo general, estos síntomas pueden ser muy sutiles al principio, o incluso ser intermitentes. Normalmente la cojera es más evidente nada más levantarse después de un rato en reposo.
Esta enfermedad degenerativa comienza como una debilidad en las articulaciones, pero al progresar puede desembocar en un desgaste grave de las mismas. Sin un tratamiento adecuado, la displasia de cadera en gatos irá empeorando cada vez más, minando la calidad de vida del felino.
Si sospechas que tu gato podría tener displasia de cadera, ¡acude a tu veterinario! Para diagnosticarlo se realizan todo tipo de pruebas, desde radiografías hasta análisis de sangre, de orina o palpaciones de las articulaciones.
Tratamiento de la displasia de cadera en gatos
La displasia de cadera en gatos es una enfermedad degenerativa y por tanto no tiene cura. El tratamiento se centra en paliar los síntomas y en ralentizar el proceso de deterioro óseo para devolverle al gato su capacidad de movimiento. A menudo los gatos bajo tratamiento consiguen recuperar totalmente, o casi, la estabilidad y movimiento natural de su cadera, por lo que regresa una buena calidad de vida.
Dependiendo de la gravedad de cada caso, se pueden aplicar dos tipos de tratamiento diferentes:
Tratamiento no quirúrgico
En los casos leves suele ser suficiente con un tratamiento médico no severo y una modificación del estilo de vida:
- Fisioterapia
- Antiinflamatorios y analgésicos
- Control del peso
- Adaptación de la dieta para evitar la obesidad, que empeora la displasia de cadera en gatos
- Restricción de la actividad física
- Suplementos orales que ayuden a proteger y regenerar las articulaciones
Tratamiento quirúrgico
Cuando el resto de terapias menos invasivas no dan resultado y cuando el caso es demasiado grave, es posible recurrir a la cirugía para mejorar la salud del gato. En función de la gravedad, se puede optar por modificar la articulación de la cadera o bien reemplazar completamente la cadera, aunque esto no es tan habitual en los gatos como en los perros.
Si crees que tu gato podría tener displasia de cadera, ¡necesita un tratamiento cuanto antes! Pide a tu veterinario un diagnóstico.