En los momentos finales de la edad de hielo hace unos 12.000 años, muchos animales gigantescos comenzaron a desaparecer. Entre ellos, los mamuts. La causa más probable de la extinción fueron los cazadores humanos, pero sobre todo, el cambio climático.
PLOS Genetics ha publicado un análisis del genoma de un mamut de hace 4.200 años que revela que, aunque los mamuts siguieron vivos durante siglos cuando ya quedaban pocos, estaban ya heridos de muerte. ¿Quieres saber por qué?
La endogamia acumuló mutaciones dañinas en los mamuts
Hace 10.000 años los mamuts desaparecieron del territorio continental de Norteamérica y Siberia. Solo sobrevivieron unos milenios más en las islas y desaparecieron definitivamente hace 3.700 años.
La reciente investigación descubrió que los mamuts que habían vivido en las islas habían acumulado muchas mutaciones dañinas en su genoma por la endogamia. Esto estaba interfiriendo en la función de los genes, por lo que sus cualidades habían sufrido cambios: pérdida de olfato y de proteínas en la orina, cambio de su pelaje a una capa mucho menos efectiva para el frío, etc.
Así lo explica Carles Lalueza-Fox, un investigador del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona:
«Esto es algo que se observa también en procesos de extinción de especies actuales que se encuentran en peligro. Con el genoma del tigre pasa igual. Ocurre en poblaciones que son muy pequeñas, tienen mucha consanguinidad y pierden capacidad para purgar las mutaciones deletéreas. Y esas mutaciones se van acumulando hasta el punto de que especies que aún siguen aquí, ya están extinguidas porque no son fértiles».
¿Qué pasa con las especies en peligro de extinción?
Por lo tanto, el deterioro de los genomas se produce cuando la población es cada vez más pequeña. Lo importante a destacar de esto es que los investigadores sugieren que preservar a un pequeño grupo de animales no va a conseguir que se eviten los efectos de la endogamia para la calidad genética.
Cuando se acumulan todos los defectos en el genoma, las especies pierden la capacidad para responder a cambios bruscos en su entorno. Así lo destaca David Bravo, profesor titular del Museo de Historia Natural de Dinamarca:
«Sabemos que, con el calentamiento del planeta, la cantidad de agua dulce disponible en la isla en la que vivían estos mamuts descendió mucho. Estos cambios afectaron más a unos individuos que ya eran débiles y no tenían una diversidad genética que les podría haber ayudado a responder mejor a estas transformaciones».
En resumen, David Bravo señala que recuperar especies extinguidas o incluso salvar a las que están a punto de desaparecer puede ser un error. Con este estudio se ha demostrado que cuando el clima y el hábitat al que están acostumbrados desaparece, sus posibilidades de sobrevivir como especie también se extinguen.