Cuando un cachorrito nace, es importante que un veterinario le haga un examen para detectar posibles problemas. No obstante, en ocasiones no es necesario ser un profesional de la salud animal para darnos cuenta de que algo va mal. Por ejemplo, cuando se da el paladar hendido en perros.
¿Qué es el paladar hendido en perros?
La palatosquisis o paladar hendido en perros se trata de una malformación congénita del paladar que debe ser tratada de manera inmediata después del nacimiento del cachorro.
Este problema se da porque durante la etapa embrionaria el paladar no se desarrolla completamente.
El paladar hendido en canes supone una abertura entre la boca y la trufa canina, similar al labio leporino, pero de mayor gravedad.
Dicha gravedad es consecuencia de que la supervivencia del animal se verá amenazada, ya que por este problema no podrá alimentarse correctamente, además de suponerle también dificultades para respirar.
Causas del paladar hendido en perros
Son muchos los factores que pueden provocar malformaciones craneofaciales en los perros.
En la mayoría de casos se debe a una base genética, por lo que es probable que si un perro sufre de paladar hendido, le traslade esa herencia a sus cachorros. Sin embargo, también puede ser un problema adquirido.
Además, las razas de perros braquiocefálicos tienen una especial predisposición a sufrir paladar hendido. Especialmente las hembras de las razas Bulldog, Bóxer, Boston terrier y Carlino.
Otra de las causas de esta malformación puede ser la exposición de la hembra gestante a agentes teratógenos, como son: rayos X, fármacos, tóxicos, déficits nutricionales, etc.
¿Cómo sé si mi cachorro tiene paladar hendido?
Hay signos que señalan la presencia de paladar hendido en perros de forma muy evidente.
Si se trata de fisuras de paladar de primer grado, lo que se observará será:
- Una mala configuración de la narina.
- Se verán los dientes y las encías del maxilar.
Cuando se trata de un paladar hendido secundario, algunas de las señales que se podrán observar, son:
- Estornudos continuos.
- Problemas respiratorios.
- Tos.
- Náuseas.
- Goteo nasal.
Además de esto, el crecimiento del cachorro que sufre este problema será mucho más lento que el de los demás perros de la camada. El motivo es que no puede succionar bien la leche de su madre y buena parte se escapará por sus fosas nasales.
Su alimentación es muy complicada, por lo que otros perros que no tengan ese problema crecerán a un ritmo natural, mientras que al de paladar hendido le costará subir de peso.
Por supuesto, si abres la boca de tu cachorro podrás observar la hendidura, que será más o menos importante dependiendo del grado de malformación.
Si detectas cualquiera de estos signos es esencial que acudas a un veterinario, pues la vida de ese perro está en riesgo.
El diagnóstico del paladar hendido canino
Cuando acudas al veterinario con el perro, a pesar de que los signos sean evidentes, será necesario un diagnóstico oficial.
Para ello, el profesional llevará a cabo:
- Un examen oral, observando el velo del paladar.
- Una radiografía, con el fin de comprobar que no hay otras patologías. Por ejemplo, en estos casos son muy comunes las neumonías por aspiración.
¿Hay tratamiento para el paladar hendido en perros?
Sí, existen posibilidades de que el perro que padezca paladar hendido se cure si se actúa con rapidez y con la intervención de un profesional.
Para empezar, el tratamiento requerirá que el can sea alimentado de manera directa con una dieta semilíquida. Para ello, habrá que evitar el biberón y las mamas de su madre, pues recordemos que por el problema no podrá succionar bien.
En algunos casos se requiere un sondaje orogástrico para poder alimentarlo hasta que el perro alcance la edad correcta para ser sometido a la cirugía que corregirá su problema. Es ese el tratamiento definitivo, pero no siempre se puede llevar a cabo.
Cirugía de paladar hendido en perros
Consiste en una intervención compleja que se suele realizar cuando el cachorro tiene unos 3 meses aproximadamente. Eso sí, para ello, el animal debe estar sano y fuerte para poder enfrentarse a ella.
Para efectuarla existen varias técnicas y será el cirujano el que seleccione la apropiada. La anestesia se adaptará a la edad del perro.
Tras someterse a la intervención, será necesario que el animal esté en reposo controlado, con un collar isabelino.
También se prescribirá un tratamiento farmacológico y dietético, y será necesario cumplir con las revisiones correspondientes.
Por otro lado, habrá que observar de cerca la zona tras la cirugía para poder advertir de forma rápida una apertura de puntos o una cicatrización incompleta. En caso de que esto segundo ocurra, lo más adecuado será operar de nuevo al animal, pero tras un tiempo prudencial.
Lamentablemente, el porcentaje de fracasos en los animales intervenidos es bastante alto, aun siendo la cirugía realizada por cirujanos experimentados.