Cuando hay una mascota en casa y esta hace algo malo, la tendencia es regañarles o castigarles como si se tratara de niños. No obstante, esto no es lo correcto ni lo recomendable, pues puede tener un efecto muy negativo en el animal y, consecuentemente, en su relación contigo. Veamos por qué no deberías regañar al gato.
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Los castigos en los gatos
En el caso de los felinos, castigarlos o regañarlos no te va a llevar a ningún lado. Por lo menos no a ninguno positivo.
Es algo muy frustrante y negativo para estos animales, por lo que, lo más probable es que no solo no vas a conseguir que se comporten mejor, sino que quizás hagan todo lo contrario.
Sometemos a castigo cuando hacemos aparecer algún elemento que se supone que va a disminuir una conducta que consideramos que es indeseada. Por ejemplo, lanzar un grito, gesticular con un manotazo cerca del animal o rociar con un spray de agua el rostro del gato.
Sin embargo, regañar al gato como manera de enseñarle lo que no debe hacer, no funciona.
Por qué no sirve de nada regañar al gato
De la actitud de regañar al gato, no vas a extraer nada positivo. De hecho, hay muchos factores que deberías tener en cuenta para que entiendas por qué no sirve de nada.
Las actitudes que se castigan
Uno de los principales problemas que hay con relación a los castigos, es que, normalmente, se castigan conductas que a nosotros no nos gustan, pero para los gatos son completamente naturales.
Una de ellas es la de rascar. El gato necesita hacerlo de forma fisiológica y él escoge el lugar que tiene más a mano (o a pata). Es decir, puede que lo haga en el sofá, pero en parte esto va a depender mucho de los recursos que tú le hayas facilitado.
Eso significa que si el felino cuenta con diferentes rascadores, seguramente utilice estos en lugar de otros objetos que a nosotros no nos convenga
El gato no entiende por qué le gritas o castigas
Debes saber que regañar al gato tiene un significado para ti, pero no es el mismo para él. De hecho, para él, tus gritos o castigos no tienen sentido.
Lo único que le puede causar es miedo y de ahí, pasar a la ansiedad y al estrés felino. La consecuencia de esto será que el vínculo con tu mascota se dañará.
No se aplican los castigos en el momento adecuado
Otro problema de las regañinas es que estas no se aplican en el momento adecuado.
Seguramente al llegar a casa hayas encontrado algún destrozo y comienzas a regañar al gato por ello. Repetimos: no va a entender por qué lo haces.
Es más, puede darse otra situación. Imagina que pillas a tu mascota rascando el sofá y en cuanto te acercas se aleja corriendo porque no es la primera vez que lo pillas haciendo eso y lo castigas.
Seguramente vuelvas a gritarle y uses el pretexto de que te entiende porque en cuanto te has acercado ha salido corriendo, como si supiese que estaba haciendo algo malo.
Esto en realidad no es así. El gato huye porque teme tus gritos o tus castigos, pero no comprende la razón, pues como hemos dicho, lo que él está haciendo (rascar sus uñas) es un comportamiento totalmente natural.
Consecuencias a nivel emocional
Ya se ha mencionado, pero es importante recalcarlo. Regañar al gato trae consecuencias negativas para el mismo a nivel emocional.
La frustración, la ansiedad, el estrés, incluso, en algunos casos, la agresividad, pueden ser las consecuencias de tratar de educar a un gato de manera tan negativa.
Todo esto va a desembocar en un deterioro en la relación familiar, que puede provocar problemas de conducta.
Alternativas a regañar al gato
La única alternativa a las regañinas es mostrar el camino frente a una actitud alternativa, que sea la adecuada o la deseada por ti.
Por ejemplo, si el gato rasca tu sofá, pero no le has enseñado desde cachorro ni has puesto a su disposición rascadores para ello, ¿cómo va a saber que es ahí donde tiene que clavar sus uñas?
Otro ejemplo. Te enfadas porque el felino hace sus necesidades fuera del arenero, pero no colocas esta bandeja en un lugar accesible para él.
Y así podrían darse muchos ejemplos más.
Por otro lado, no olvides que la educación de un animal siempre tiene que darse en forma positiva. Es decir, usando los refuerzos positivos para lograr el aprendizaje deseado.
Para ello, debes utilizar la paciencia, la constancia y lo más importante, ¡los premios! Estos pueden ser snacks gatunos o bien, muestras de afecto hacia el animal.